La Rioja (España)

1 oct 2014

Ermita de San Gregorio


En la calle Ruavieja de Logroño, se encuentra la ermita de San Gregorio, reconstruida en el mismo lugar en el que estuvo la original, edificada en el siglo XVII. San Gregorio, obispo de Ostia, fue enviado a La Rioja como ya se ha contado,  por el Papa Benedicto IX. Dicha ermita, está enclavada en el mismo lugar en el que vivió y murió el santo.

                                                                               En ella figura la siguiente inscripción:” Esta es la dichosa casa en que vivió San Gregorio y murió en ella el afío 1044, hallándose a su muerte Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega, sus discípulos. Y a honra y gloria suya hizo hacer esta capilla don Alonso de Bustamante y Torreblanca, regidor perpetuo de esta Ciudad, cuyas son las casas y se acabó el año 1642. 
La ermita original desapareció en 1971, aunque el Ayuntamiento pudo recuperar buena parte de las piedras con las que estaba construida, las numeró y las guardó en sus almacenes para su reedificación.  
Con la rehabilitación de la calle Ruavieja y la reedificación en ella de bloques de viviendas, el Ayuntamiento reservó el espacio en el que anteriormente se había situado la ermita para su reconstrucción.
Así, el 9 de mayo de 1994, coincidiendo con la festividad de San Gregorio y en el 950 aniversario de su fallecimiento, se inauguró la ermita nueva, en cuya reconstrucción se utilizaron las piedras que el Ayuntamiento había conservado cuidadosamente.
                                                                                                                                                                                               



También se colocó el cuadro de San Gregorio, que la preside desde entonces, y que fue restaurado por el Club de Rotarios de Logroño y la estatua de San Gregorio, restaurada por Gregorio Martínez. Para asistir a la inauguración acudió a Logroño el párroco de Sorlada, localidad Navarra que acoge en su basílica los restos de San Gregorio, que trajo para la ocasión el busto del santo que se encuentra en la basílica. Y también estuvo presente, en forma de grabación musical, la voz de Pepe Blanco, que cantó a la ermita “chiquitita” en uno de sus temas más populares.








San Gregorio, empezó a darse a conocer plenamente haciendo prodigios entre la gente y librándoles de la plaga de langostas. Gracias a este milagro y a su labor entre la gente sencilla y humilde, se granjeó la amistad y el cariño de los habitantes del reino de Navarra. Como se acudía a los Santos para obtener protección y hasta se les asignaba la protección de alguna peste especial a San Gregorio de Ostiense, se acudía como abogado contra la langosta.

Los cinco años que habían durado sus grandes trabajos, continuos sacrificios e incesantes fatigas, debilitaron totalmente su salud. Cayó enfermo de gravedad y se retiró a Logroño donde dedicó el tiempo que le quedaba a prepararse para su muerte. Murió el 9 de mayo de 1044 según unos, o en la misma fecha pero de 1048, según otros. Fue sepultado con gran solemnidad en la iglesia de San Salvador de Piñalba (Navarra).

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